miércoles, 4 de marzo de 2015

The village

- ¿Que os venís el año que viene? ¡Qué bien!-
Miro su cara. Parece sincera. Incluso sonríe. La que acaba de manifestar su agrado por la noticia de nuestra futura mudanza es la vecina de al lado, la madre de Martita, la amiga que las niñas se echaron este verano, la que se sentó con ellas en mi sofá a ver Frozen en mi tele, desterrándome a la mesa del comedor y que acaba de llevarse a las dos no sé dónde con una caterva de niños que tocan más o menos a dos o tres por portal, la misma vecina cuyo marido quita el coche de delante de mi casa cada vez que venimos para que tengamos donde aparcar y sin necesidad de poner ni vado ni nada. El mismo marido que justo llega en ese momento con su bici de competición y unos pantalones ciclistas que hacen que mire automáticamente hacia otro lado, el mismo que al ser informado de nuestra mudanza también parece alegrarse. Pongo mi cara de señora educada con cierto grado de timidez a la que agrada que su futura mudanza agrade a sus vecinos. Entro y salgo y me encuentro a otra vecina, la madre de los dos rubiales, (sí, siempre procuro controlar a cada uno de los habitantes de las zonas en las que me albergo, llamadlo talento natural, don, o como queráis) la cual a su vez me saluda con una sonrisa. De nuevo pongo mi cara de señora educada con cierto grado de timidez, adivinando que la misma ha sido informada de nuestra futura mudanza.

Yo. Moi. La que no hace falta que os describa porque más o menos ya me vais conociendo. Formando parte de una comunidad  de vecinos normales, cordiales y educados de los que charlan por encima de los muros de los patios, con niños normales, alegres y ruidosos que forman esas pandillas que están todo el día en la calle jugando a la pelota y dando vueltas al vecindario con sus bicis, de madres normales, agradables y preocupadas por rebajar esos kilillos de más y por llevar a clases de inglés a los niños, de las que comparten cafés y recetas. Yo, moi, una más, ahí metida en esa composición coral, condenada por fin a esforzarme a ser normal. Yo, moi, normal, por fin... Es raro. 


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