viernes, 6 de marzo de 2015

Por Sabina

Quiero ser tu Sabina, escribirte baladas, dedicarte coplillas de las que canturreáis entre risas tú y tus amigas cuando salís de marcha, de las que luego escuchas a solas en el cuarto con el corazón empalmado pensando que hablan de tu vida más que de ninguna; quiero cantarte una canción de esas para poder decirte a través del micro con un cigarro colgando de la comisura y la guitarra en el regazo, va por ti, princesa.


Quiero ser tu Sabina y que me escuches y que lo flipes, no quiero enamorarte, no quiero amores imposibles, sólo quiero que me mires y que te guste que te toque, que como una groupie enloquecida me tires las bragas y al final del concierto te me acerques y me hagas una proposición indecente de las que acaban en un callejón entre dos contenedores, seré rápido, no te desnudes, harto como estoy de aguantar la esquina por la que espero a que pases cada mañana, te observo y te rezo sin que tú sepas siquiera que existo, que siento, que soy. 


Quiero ser tu Sabina y cantarte baladas, para que te obsesiones con la textura de mi lengua y el olor de mi barba a café y a tabaco, para que maquines cómo acorralarme en un rincón a media luz a media sombra que me deje ver cómo me comes la boca, que vivas condenada a despertar sin mí después de soñar cómo te lo montabas conmigo anoche, como yo cada tarde, insomne tirado en la cama con las persianas corridas y las sábanas sacudidas a polvos artificiales, contemplando como un imbécil la foto que tienes puesta de perfil en el whatsapp y que mirándome a los ojos sonríe.

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