martes, 30 de septiembre de 2014

30 de septiembre

Es curioso cómo el tiempo va marcando invisible nuestras vidas. Un día el calor se fue y apareció la lluvia. Además, aquel mes de septiembre de 2014 acaecieron una serie de hechos cotidianos extraordinarios que habrían de cambiar mi existencia para siempre.
Y lo perfectamente dramático que resulta el pretérito perfecto simple. Y sin embargo, más allá del drama, teatro o tragedia,  y de los tiempos con los que me divierto coloreando mis palabras, lo cierto es que fue así. Como casi todo lo que cuento y que casi nadie nunca quiere creer. Y espero no haber olvidado relatar ni uno de esos hechos ni haber escatimado ninguna pincelada y que al leer de nuevo mi diario algún día, pueda recordar cada uno de esos acontecimientos y lo que supusieron luego. Porque a veces vuelvo a leer algunas de mis entradas antiguas y no hay forma de entender nada de lo que quise contarme. 

Y como despedida, hoy, último día de septiembre, un mes después de volver, cuando al llegar a casa a media tarde, he intentado, como una necesidad inconsciente, llenarme de aquel aire tan denso y puro como el agua que podía ahogarme y me he dado cuenta de que no era posible porque el aire estaba viciado y no era el mismo aire, me he sentido náufraga. 

Buenas noches, y ¡feliz mes de octubre! :)

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