viernes, 27 de junio de 2014

Tú mi yo

Inspiración, ven a mí, por favor, te lo suplico, te necesito ahora. 

Se me agota el tiempo de las palabras, se agota nuestro tiempo sin remedio y siento la obligación urgente de decírtelo.

Sabía desde el principio que me estabas esperando, pero por no darle tiempo al silencio a rellenar los huecos, simplemente callé, aguardando este momento.

Ya me conoces, sabes como soy. 

Y también sabes que no tengo elección. Puede que dentro de cien años todo se vuelva distinto. Pero ahora mismo es imposible. En unas horas me subiré al coche y me iré a sustituirte por un bote spray de crema solar y una toalla amarilla y te volveré a dejar metido en tu cajita.

Los primeros días te echaré tanto de menos que se me hará insoportable. Y tú a mí también, lo sé.

Y poco a poco, sin darme cuenta, me dejaré mecer por la galbana de las horas sin nombre. Y cuando haya olvidado el nombre de las horas, me olvidaré también de los días, y me preguntaré entonces qué era eso tan valioso que me dejé metido en una caja que hubiera un tiempo en que lo añorara tanto.

Y habrá noches en que te sueñe pero en cuanto abra los ojos, me preguntaré qué fue del sueño y cada mañana te habré olvidado de nuevo.

Tu recuerdo así como el de los ratos pasados juntos se disipará como el sol al salir borra las brumas de la madrugada.

Puede que todo esto te sepa a tópico, a hueco, a vano, no sé decirlo de otra manera, y el tiempo me acucia, pero no quería irme sin despedirme de ti, mi impar, mi imposible, mi yo,

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