miércoles, 24 de abril de 2013

Cassandra

A veces la vida es como una película. 

Con sus personajillos tan claramente definidos.

No te creas. Ya sé que para muchos parezco medio retrasada y para la otra mitad soy una flipada. Y a lo mejor por eso siempre me fue fácil observarlos a todos. Desde el principio. Porque se dejan observar por mí. Ni siquiera notan mi presencia la mayoría de las veces. Y cuando la notan, me miran pero en seguida dejan de mirar, no, no me echan mucha cuenta. No podrían imaginar ni de lejos lo que sé de cada uno de ellos.


No, no hay demasiados héroes en la vida real. No. Pero los hay. Y no son como los de las pelis. Porque no hay peli que pudiera abarcar a uno solo de ellos. Pasan inadvertidos entre nosotros. Pero yo sé quiénes son, los veo, los admiro y aunque ellos no lo sepan, guardo una secreta devoción por cada uno de ellos. Son los únicos que merecen de verdad estar aquí. Los demás somos simple atrezzo.


Pero lo que sí hay en abundancia son muchos personajes secundarios presas de sus miserias. En el fondo, siento mucha lástima por ellos. He visto ya tantas de esas películas que podría predecir cada uno de sus destinos. En serio que podría hacerlo. Sé cuál podría ser feliz y cuál es un imbécil. El mismo guión ha venido repitiéndose desde siempre, son siempre los mismos personajes, los mismos papeles. Repitiéndose una y otra vez. No hay nada nuevo y sin embargo quedaría todo por inventar. 


A veces siento la tentación de interferir en sus destinos. No. Miento. Lo he intentado. Pero nunca le hicieron caso a alguien como yo. Y sin embargo, sé que si me hubieran hecho caso, habría podido cambiar sus destinos. 

Así que he decidido dejar de intentarlo. Los observo con sus frustraciones y sus miserias. 

En el fondo me dan pena.


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