lunes, 28 de mayo de 2012

The contest

Mis estimados y fieles lectores,

Tras recalcarme hoy mi padre que mi último escrito eran sobre los cuernos del toro y que desde entonces no había publicado nada, me siento en la obligación de disculparme por la falta de producción de entradas durante el fin de semana. Pero lejos de factores como la vagancia o la holgazanería, me cabe achacarlo principalmente a mi absoluta incapacidad para hallar el tiempo necesario y dedicarlo a dejar pasear mis dedos por estas teclas.

Sin embargo, he de añadir que algunos eventos de los llamados sociales y que por motivos políticos (política de mi casa) no voy a identificar, a los que las circunstancias me obligan a asistir son tan sumamente artificiosos y sustentados en semejante pantomima que lejos de nutrir mi imaginación con frases armoniosas y llenas de lírica succionan mi arte poético hasta reducirlo a la mínima expresión.

"C'est du toc" es la expresión francesa que se aplica a todo lo que procede de la falsificación, a la mala imitación y por ende añadiría a la farsa, a lo artificioso, a lo fingido, a lo ficticio.

(Me acabo de dar cuenta de que me encanta "por ende")

Y no es que no finja nunca ni deba admitir que indudablemente parte de la cordialidad que revisten nuestras relaciones sociales se sustenten del "toc". Ooh, pero no demos gato por liebre y además pretendamos que los demás sean tan ingenuos que no se percatarán. En esta vida seamos lo suficientemente sutiles como para que el otro no se  cerciore de que lo tenemos por un auténtico gilipollas, o seamos lo suficientemente valientes para no simular falsa simpatía. Pues al final nos arriesgamos a parecer auténtico "toc".
Sin embargo, para evitar que la balanza no se tuerza demasiado y acabe irremediablemente volcando la vida también depara otros momentos más sencillos sin lugar a dudas, e infinitamente más placenteros y auténticos.


Esta mañana he asistido a un dog contest. Probablemente algún día cuente la historia según la cual ninguno de los vástagos de mis padres ganó jamás un concurso, de la espinica que tengo clavaíca en el corazón por no haber sido nunca elegida Miss Arboleas (sonrisa!) y que Calvin, el último miembro de nuestra familia, el hijo carlino de su orgulloso padre y hermano mío, ya es detentor de dos premios... perrunos.


Esta vez no ha ganado ningún premio, lo cual se ha achacado a multitud de factores a lo largo de la jornada, desde el tongo, el sobrepeso hasta el abatimiento de su cola. Y es verdad que ha hecho un calor sofocante en "las pistas" con apenas un resquicio de sombra donde refugiarnos. Que la mayoría de los asistentes eran hijos de la Pérfida Albión. Y que en varias ocasiones he creído toparme con David Attenborough pues con los ingleses me pasa lo mismo que con los chinos. Para mí son difícilmente distinguibles. Pero a pesar de todo, he estado tan a gusto. Gracias a Dios por estos pequeños inmensos momentos que hacen de la vida una paleta cromática con predominio de las tonalidades cálidas.

Good night! 




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